Una clara
señal de que algo no funciona es que a medida que crecen, los estudiantes van
perdiendo sus ganas de aprender y de estar en clase, porque están hartos de que
les digan lo que tienen que hacer. Esta actitud me parece incluso más
comprensible, lógica y sana, que la de aquellos que aceptan incondicionalmente
llevar a cabo las tareas sin expresar opiniones críticas.
La
inquietud, la rebeldía, las ganas de expresar sus ideas podrían ser
bienvenidas, así como los errores que pudieran cometer. Sin embargo, esta forma
de enseñanza requiere una paciencia y una capacidad de adaptación por parte del
docente muy difícil de poner en práctica.
Creo que es
primordial que ellos sientan que sus opiniones son respetadas y que entiendan
que bien lleguen a ser universitarios o a aprender un oficio (o no alcancen
unos objetivos académicos) pueden ser unos buenos profesionales, siempre que
amen su trabajo y tengan un interés en aprender durante toda la vida aquello
que les interese y que les ayude a mejorar. Y en caso de no lograr acceder a
una profesión, deben aprender a disfrutar de la vida y a ser unos buenos
ciudadanos. Si al menos consiguiéramos eso en las aulas sería un gran logro.
Los
profesores ya no son los únicos vehículos de información a los cuales tiene
acceso el alumno. Tampoco es ya necesario que el estudiante almacene en
su cerebro toda la información, ya que puede usar la tecnología para
consultarla en todo momento.
Este punto de vista apoya más la necesidad de priorizar en la capacidad de
razonamiento del estudiante, y no en la transmisión de la mayor cantidad de
conocimientos posible.
Si se
consiguiera realmente sembrar una semilla de interés, éste se interesaría libremente
y de manera lúdica, en buscar la información necesaria para profundizar en
ello. Los adolescentes son creativos por naturaleza, y su búsqueda de identidad
pasa también por la búsqueda de sus intereses, los cuales podrían encontrarlos
también en aquellos conocimientos que les ayudaran a comprender mejor la vida,
o a desenvolverse mejor en la sociedad en el momento presente.
Con esto se
conseguiría conservar sus ganas de aprender y de acudir al colegio. Que
descubran sus propios talentos y que elijan quienes quieren ser, bajo su propia
responsabilidad, elegida y libre.
Una clara
señal de que algo no funciona es que a medida que crecen, los estudiantes van
perdiendo sus ganas de aprender y de estar en clase, porque están hartos de que
les digan lo que tienen que hacer. Esta actitud me parece incluso más
comprensible, lógica y sana, que la de aquellos que aceptan incondicionalmente
llevar a cabo las tareas sin expresar opiniones críticas.
La
inquietud, la rebeldía, las ganas de expresar sus ideas podrían ser
bienvenidas, así como los errores que pudieran cometer. Sin embargo, esta forma
de enseñanza requiere una paciencia y una capacidad de adaptación por parte del
docente muy difícil de poner en práctica.
Creo que es
primordial que ellos sientan que sus opiniones son respetadas y que entiendan
que bien lleguen a ser universitarios o a aprender un oficio (o no alcancen
unos objetivos académicos) pueden ser unos buenos profesionales, siempre que
amen su trabajo y tengan un interés en aprender durante toda la vida aquello
que les interese y que les ayude a mejorar. Y en caso de no lograr acceder a
una profesión, deben aprender a disfrutar de la vida y a ser unos buenos
ciudadanos. Si al menos consiguiéramos eso en las aulas sería un gran logro.
Los
profesores ya no son los únicos vehículos de información a los cuales tiene
acceso el alumno. Tampoco es ya necesario que el estudiante almacene en
su cerebro toda la información, ya que puede usar la tecnología para
consultarla en todo momento.
Este punto de vista apoya más la necesidad de priorizar en la capacidad de razonamiento del estudiante, y no en la transmisión de la mayor cantidad de conocimientos posible.
Si se
consiguiera realmente sembrar una semilla de interés, éste se interesaría libremente
y de manera lúdica, en buscar la información necesaria para profundizar en
ello. Los adolescentes son creativos por naturaleza, y su búsqueda de identidad
pasa también por la búsqueda de sus intereses, los cuales podrían encontrarlos
también en aquellos conocimientos que les ayudaran a comprender mejor la vida,
o a desenvolverse mejor en la sociedad en el momento presente.
Con esto se
conseguiría conservar sus ganas de aprender y de acudir al colegio. Que
descubran sus propios talentos y que elijan quienes quieren ser, bajo su propia
responsabilidad, elegida y libre.
Totalmente de acuerdo!
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